Y tan incomparable. Está para enmarcar ya en "El Arte de lo Imposible" en Gijón que está enfrente de los Cines Centro. Me escapo a Durham que está a 40 minutos en tren. Durham es una ciudad medieval con una catedral y castillo impresionantes. La catedral, de estilo normando como la de Lincoln, se ve desde varios kilómetros a la redonda y da una idea del poderío que tenía la iglesia en aquella época. Pero tiene algo que la distingue. No se puede ver la fachada, porque literalemente se estrella con un precipicio que da al río. Así que la única manera de verla es bajar hasta el río, rodeando las antiguas murallas de la ciudad. Es una buena caminata pero el paseo merece la pena porque las vistas desde abajo son espectaculares.
Y como my trip va de constantes conexiones asturianas, descubro que Durham también fue una zona minera muy potente y que participó activamente en las huelgas de los años 80. Esas huelgas que aplastó la dama de hierro y que la posicionaron como lideresa del movimiento ultraconservador de esa década.
Ahora, 25 años después, Durham es una ciudad universitaria y tiene una industria centrada en nuevas tecnologías. Suena a Mieres ¿no?. Pues va a ser que no. Aquí no tienen prejubilaciones, piscinas climatizadas, ni centros de tercera edad, ni museos de regodones, pitu caleya y demás que nos pongan en las cuencas. Pero tienen pleno empleo, una calidad de vida más que aceptable y una población bastante joven que cotiza para las jubilaciones. Así que cualquier parecido con nuestra realidad es mera coincidencia. Pues eso.
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